
te olvidaste, un poema, en mi armario del reloj.
Ya nosotros los recuerdos, ni la antítesis de lo cotidiano.
Dos seres espaciados por un helado reproche.
No lo digas, no lo cuentes, ni lo reproches.
El mundo carece de oídos, para los pajaros sin sueños.
Y la vejez se apresura en un rincón de mi piano.
Mas tarde el devenir, sentenciara voces.
Un desfile de nosotros.
que es una repetición del pulso del sol.
ALEJANDRO GATELL
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