
El bosque silva, una dialéctica del tiempo.
Y nadie conoce su vientre.
Ansió, tocar su alma, en este invierno desolado.
Al borde de un precipicio, te dije.
Te quiero y subimos los manantiales de los locos.
Armamos nuestros rastros, y encabesamos, la marcha de millones de almas.
Así nos acariciamos sin tenernos.
En este invierno.
ALEJANDRO GATELL
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